“Podemos estar contentos de vivir en países donde los resultados de las elecciones llegan puntuales y nadie los pone en entredicho -me dice Raphael Minder, corresponsal del New York Times-. En cambio, la primera potencia mundial, una de las democracias más viejas, vanguardia de la tecnología, es incapaz de gestionar el voto con eficacia y su sistema institucional da alarmantes señales de deterioro”.
↧